Qué se puede decir después de un día como el que vivimos los socialistas de San Juan el 22 de mayo. Gracias. Tras la euforia y la celebración del momento, cuando uno se sienta un rato en calma y reflexiona se da cuenta de muchas cosas, de lo que significa lo que pasó ayer en mi pueblo, de lo que supone que tus vecinos y vecinas te elijan como alcalde. Responsabilidad. Ese es el sentimiento. Y lo que el cuerpo me pide, a pesar del cansancio acumulado en estos intensos días de campaña, es trabajo. Trabajo para empezar a devolver desde el primer día esa confianza que habéis depositado en nosotros. Trabajo para cumplir con vuestras expectativas. Trabajo para cumplir con nuestros deseos. Trabajo también para convencer a los que optaron por otras opciones. Trabajo por mi pueblo.
Pero también sé que debo agradecer mucho a muchas personas. Primero, claro, a mis vecinos y vecinas. Ser el alcalde de tu pueblo, elegido por aquellos con los que convives desde niño es algo grande, muy grande. Y por eso precisamente, porque os conozco a muchos desde siempre me siento aún más responsabilizado por la confianza que me habéis dado. Por eso quiero ponerme a trabajar ya, aunque la toma de posesión no llegará hasta el 11 de junio.
Tengo que dar las gracias a mis compañeros de partido. A los que estarán desde ahora en el Ayuntamiento, a los que han colaborado desde el anonimato, a los que aceptaron de buen grado que había que renovarse y les tocó a ellos; y siguieron empujando. Antonio, Roldán, María José, Natalia. A los que se fueron antes, Juan Ramón, que acudió también a celebrar nuestra victoria.
También hay que felicitar a los compañeros de otras formaciones, que, con el viento en contra en este mundo de la política, han tenido la valentía de dar el paso al frente para defender sus ideas en libertad. A los que tuvieron éxito como María Luisa, a los que aguantaron el tipo como Rodrigo, y a los que esta vez no vieron recompensados sus esfuerzos como Víctor, María Ángeles o Juan Gabriel. A todos mi mano tendida. Por una causa que nos une, al margen de ideologías y partidismos, San Juan.
Ayer me emocioné. Permitidme esa debilidad por unas horas. Habéis visto que no corren los mejores tiempos para los socialistas y en San Juan, a contracorriente, nos apoyásteis incluso más que la última vez. Esa debilidad fue pasajera. Ahora, tras asimilar lo vivido, con los pies firmemente asentados en la tierra de mi pueblo, empiezo a andar hacia el futuro de San Juan, de los sanjuaneros y las sanjuaneras, de todos, sin excepción. Gracias.
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